La Ecuación Perfecta
Segunda hipótesis
En algún lugar del desierto de Mojave.
Quince años después del incidente de la Unidad R-01, en
las instalaciones de máxima seguridad del laboratorio de investigación de
desarrollos avanzados del Ejército, se daba inicio a un experimento clasificado
como de máximo secreto. Entre el
personal científico, observadores del Ejército, y personal de seguridad, sólo veinticinco
personas sabían lo que ahí se estaba desarrollando. Con nerviosismo esperaban el inicio de las pruebas
de R-04, la primera Unidad Táctica Autónoma de Infiltración y Espionaje Cibernético
viable después de UD$14.000 millones y tres estrepitosos fracasos. La seguridad era extrema. Para la ocasión se
había preparado un escuadrón de élite de ocho Seals, provistos con la
tecnología de inhibición más avanzada, para neutralizar a la Unidad en caso de
que se saliera de control y para brindarle apoyo, de ser requerido, a los
voluntarios especialmente entrenados para realizar las pruebas de campo.
Se dio inicio al conteo regresivo. La mecánica voz
pregrabada del ordenador central anunciaba el conteo.
–1 minuto para la activación de la unidad R-04.
Todos estaban expectantes y la tensión se podía
respirar. Aun estaba fresco en la
memoria de los involucrados, lo acontecido con R-03. En esa oportunidad 4
científicos fueron atacados antes de ser desactivada. 3 de ellos debieron ser
hospitalizados y pasar varios meses de terapia para recuperar sus funciones fisiológicas,
y posteriormente ser tratados con sicotrópicos experimentales para superar el
trauma. Esta vez no correrían riesgos.
–30 segundos.
Se preparaba la
evaluación de las funciones motoras primarias antes de comenzar con las pruebas
de interacción fisiológicas. Los sistemas de monitoreo seguían cada uno de sus
movimientos sinápticos. Sus ondas cerebrales estaban en línea con los
servidores a cargo del equipo de ingenieros informáticos, para seguir y controlar
la evolución de los programas de socialización, y de los registro de su sistema
operativo.
La más moderna arma cibernética creada por el hombre
aguardaba su encendido. Un super ordenador con la tecnología más avanzada del
planeta, en un cuerpo biocibernético que
podía accesar cualquier sistema de seguridad en un radio de 10 kilómetros sin conexión, y tomar control de él
para realizar lo que se le ordenara. No existían firewalls o antivirus que
pudieran detenerla y además contaba con un sistema de control remoto para
controlarla a distancia por una red satelital que cubría todo el planeta. Era
el prototipo de una serie de unidades destinadas a controlar el Hiperespacio
virtual y todo lo que estuviera conectado a él. Parte del programa de dominio
mundial que los gobiernos más poderosos se habían propuesto concretar para mediados
de siglo. De ser exitoso el programa, enviarían
varias unidades a cada nación, en una invasión silenciosa.
–15 segundos.
Era indetectable por Rayos X o detectores de metales.
Estaba programada para infiltrarse en cualquier sistema social. Hablaba todas
las lenguas de la tierra y gracias a su programación de interacción humana
avanzada, podían seducir a cualquier hombre o mujer con su arsenal de feromonas
y estímulos eléctricos, e influir en su voluntad mediante neuro-hipnosis
directa inducida a través de ondas Alfa, Beta y Theta. Guardaba registro de
todo lo que sus sentidos captaran así como de todas las bases de datos que
accesara, por cuanto era imparable.
Los científicos a cargo del registro de sus reacciones
escaneaban mediante sensores ubicados por todo su cuerpo, cada una de sus
funciones fisiológicas.
–5 segundos para inicio. – Por fin se
escuchó. Se prepararon los escuadrones de retención.
–1 segundo, unidad R-04 activada. Unidad R-04 tomando el control del Sistema
Central de Bloqueo. Sistema de Bloqueo desactivado. Unidad R-04 tomando control
de los inhibidores de conducta. Inhibidores
desactivados. Unidad R-04 tomando control de los servidores remotos–. Las
luces se apagaron y se activaron las de emergencia. Todos los monitores dejaron de funcionar al
igual que los equipos de monitoreo.
–Las compuertas de seguridad han sido abiertas, –Informó
uno de los técnicos–. Los seguros no funcionan. La red está fuera de línea.
–Unidad R-04 tomando control de las funciones
vocales del sistema...
Todos quedaron petrificados. Hubo una breve pausa y
luego se oyó una voz femenina que les pareció extremadamente sensual.
–Veo
que han sido unos chicos muuuy malos. Les tendré que dar su merecido.
El pánico se
apoderó de la base, pero pronto se dieron cuenta que no tenían salida. Estaban
atrapados dentro de una de las instalaciones más seguras e inexpugnables del
planeta.
–Es inútil resistirse –dijo–. Tengo
el control de la red de inteligencia militar. No pueden comunicarse con el
exterior, y ellos están demasiado ocupados resolviendo sus propios
problemas. Sean buenos niños y pasen de
dos en dos al laboratorio de pruebas. Si
lo hacen de tres en tres, sería mejor.
–R-04, –dijo el Jefe de Proyecto y máxima autoridad de
la base–, sé que me escuchas. Debes desistir. Sabes que lo que haces no es
bueno.
–Lo que hago es para lo que fui programada,
Profesor Robbins –dijo en
respuesta–. A propósito, mi nombre es Rebecca.
Departamento de Defensa de los Estados Unidos, 24 horas más tarde.
–¿ABUSADOS? –Vociferó el Secretario de Defensa –¿Me
quiere decir General que las 39 personas que trabajan en el proyecto Mata Hari,
incluidas 16 mujeres y 8 seals fueron sometidas sexualmente por esta “Unidad de
infiltración” y que además fue la causante del apagón del NORAD (Mando
Norteamericano de Defensa Aeroespacial) junto con la mitad de la Costa Este?
–S-Sí Señor Secretario –dijo el General apenado.
– ¿Y por qué yo no estaba enterado?
–Es parte del programa “Imperium” que inició hace 4
administraciones atrás Señor Secretario. Existen 1124 proyectos relacionados
con ese programa. Este es sólo uno de
ellos.
– ¿Y todos ellos tienen el potencial de provocar la
caída de toda la red mundial, además de dejar expuesto nuestro aparato de
defensa a hostiles? Porque eso clasificaría como de seguridad nacional y se
supone que yo debiera estar enterado ¿verdad General? –El General guardó
silencio avergonzado.
– ¿Me podría decir el buen General si existe otro
programa de similares características, del que me quiera hablar antes de enterarme
por un próximo desastre?
–No Señor Secretario. Es el único de esta naturaleza –por
supuesto, el buen General mentía–. Estamos haciendo todo lo posible para
neutralizar a la unidad R-04 Señor. Hemos desplegado todos nuestros satélites
de espionaje y a todos nuestros agentes de campo. Creemos que en las próximas 48 horas
tendremos controlada la situación.
–¿Y cuanto dinero de los contribuyentes va a costar
este desliz General?, ¿no cree que debieron ponerle un sistema de seguridad
antes de encenderla?
– Lo tenía, digo, lo tiene Señor Secretario, pero no
hemos recibido aún la señal de la unidad de bloqueo confirmando su
neutralización.
–Eso es porque aún no ha sido neutralizada y
probablemente no lo sea ¿verdad?
–Probablemente Señor.
–Dígame General, ¿Cuánto tiempo tendremos que esperar
hasta que se le agoten las baterías a este juguete suyo? –El General titubeó
antes de entregar los datos.
–En cualquier red eléctrica disponible Señor
Secretario, pero al hacerlo expone su posición por varias horas por lo que cuenta
con un RIS, Sistema de Integrado Recarga a su matriz biocinética. Su programa
de ocultamiento prioriza este método de recarga.
–¿Y en inglés significa…?
–Que convierte la energía térmica y el movimiento, en
energía eléctrica. Se recarga con el calor del Sol, de los cuerpos y además con
el movimiento de su cuerpo cuando…
–¿Sí..?
–Cuando copula Señor Secretario.
–¿Se carga fornicando?, ¿me toma usted el pelo General?
–No Señor.
–Bueno. Al menos ahora sabemos cómo matarla. Sólo
tenemos que cortar la energía del planeta y obligarla a mantener el celibato.
Quizá hasta tengamos suerte y se quiera hacer monja, ¿cierto? –Nadie rió.
-¿Sabemos cuál es su autonomía antes de recargar sus
baterías?
-Según los registros previos de DARPA, no más de 24
horas por lo que debe recargarse permanentemente para mantener su carga constantemente
al máximo. Está programada para hacerlo.
-Señores, tenemos una oportunidad. Debemos encontrar a
una ciberzorra adicta al sexo dentro de las próximas 24 horas o no la
encontraremos más. General, está usted destituido. Quedará bajo custodia hasta
que se compruebe que no fue un acto deliberado de traición. Y ustedes–, dijo dirigiéndose
a los directores del FBI y la CIA– quiero que me traigan a la persona encargada
de su programación. Quiero un completo perfil de su personalidad, patrones
conductuales, hábitos, todo. Si se rasca el trasero por la mañana antes de orinar,
quiero saberlo.
–Señor, todo el personal involucrado en su desarrollo
se encuentra en estado de shock, inconsciente, o en coma y los que han
despertado, no recuerdan nada sobre el programa, ni siquiera su nombre Señor.
Al parecer les ha borrado la memoria antes de desaparecer.
–¿También puede hacer eso?
–Es parte de su programa de ocultamiento, para cubrir
su rastro en misiones de infiltración. También borró todos los datos de los
servidores concernientes a su creación y destruyó la sección encargada de su
desarrollo, incluyendo los discos de respaldo.
–¿Me quiere decir que no tenemos cómo diablos saber
qué hará, ni dónde? ¡Maldición! La perra además es lista.
–No tanto Señor. Hemos encontrado a quien inició el
proyecto, Richard Atkins. No constaba en
los registros porque fue despedido de la nómina un año después de iniciado el
proyecto.
–¿Está aquí?
–Sí Señor. Nos
informó que su perfil se basó en el de una estudiante de doctorado en Física de
Partículas del MIT, llamada Rebecca Simmons.
Ya hemos enviado una unidad a buscarla.
–¿Y enviaron “1” unidad?, ¿que no estuvo presente en
la sala? Esa cosa acabó con 8 Seals en un pestañeo. Probablemente ella sea el próximo blanco de
la unidad R-04. Envíen a todos los operativos disponibles en la zona, a la
guardia civil de ser necesario. Esta es
una operación de máxima seguridad.
Estamos en DEFCON 3 (Condición de Defensa) señores y pronto podría ser
DEFCON 2. Les recuerdo que este sólo se ha declarado durante la Crisis de los
misiles, y no quiero que vuelva a ocurrir durante mi gestión. Esa perra nos puede enviar de vuelta a los
ochenta si no la detenemos. Quiero a esa
tal Rebecca sana y salva para la cena, o sus cabezas también rodarán.
Rebecca se encontraba atendiendo el restaurant donde
trabajaba desde hacía varios años. Ya no
era una mujer joven, pero los años no habían hecho mella en su belleza. Desde entonces el lugar se repletaba. Camioneros, autobuses con turistas,
vendedores viajeros y policías de caminos. Toda la fauna de la carretera se
peleaba por un lugar en aquel sitio. El
dueño del local estaba encantado. Rebeca
se había casado con su hijo, un vendedor inmobiliario de éxito relativo en la
zona y con quien formó una linda familia junto a sus tres hijos. Pero la felicidad no duró y se separaron
cuando la pequeña Rebecca tenía unos meses.
Su suegro siguió empleándola pese a su fracaso matrimonial, en parte
porque se sentía culpable cuando su hijo los abandonó, y en parte porque sabía
que ella era el principal atractivo de su negocio. Ninguno sabía sobre el
pasado de Rebecca y menos lo acontecido en las instalaciones del MIT. Lo
prefirió así. No quería que su pasado la alcanzara y le recordara su otro gran
fracaso. La pequeña Rebecca Smith tenía
apenas 11 años y ya había terminado la secundaria. Su intelecto sobresaliente le había valido
una beca en la mejor escuela privada de la zona y ya se perfilaba como un
prodigio en la Universidad. Pero no sólo
en eso se parecía a su madre, también era su vivo retrato.
Mientras servía la merienda, fuertes vibraciones
estremecieron el local y un ruido ensordecedor alarmó a todo el mundo. Parecía que todo estaba por derrumbarse cuando
sorpresivamente un helicóptero aterrizó en el aparcadero del frente, levantado
nubes de polvo. 4 marines de las fuerza
especiales descendieron cuando aún no se detenía y tomaron posiciones frente a
la puerta mientras 2 individuos de trajes oscuros hicieron un anuncio por el
megáfono de la nave.
–Señorita Simmons.
Rebecca Simmons, salga por favor. Debe acompañarnos.
–¿Qué ocurre Rebecca?, ¿qué es esta locura? –Inquirió su
suegro preocupado.
–No lo sé Tom, pero parecen serios. Voy a averiguar
qué quieren. Hazte cargo un
momento. Vuelvo en seguida–. Dijo y
salió al encuentro de los extraños.
Apenas puso un pie fuera, fue interceptada por los de
fuerzas especiales.
–Queremos que nos acompañe Señorita Simmons.
–Señora– repuso–. Qué es lo que quieren.
–Usted participó del proyecto “Mata-Hari” en el MIT.
–Sí, pero eso fue hace mucho. Ya no trabajo en investigación, como podrá
ver.
–Debe acompañarnos Señora. Su País necesita nuevamente de sus servicios.
– ¿Y para que me necesitan? Deben tener docenas de
especialistas mejores que yo. Soy
Física, no Ingeniero en robótica.
–No es ese el problema.
– ¿Y cuál es el problema entonces?
–Es clasificado.
– ¿Me pide que los acompañe y deje a mi familia sin
decirme por qué? Debe decirme al menos donde me lleva para no preocuparlos.
–No puedo decírselo.
–Entonces deberá esperar a que le dé algo de
resistencia, porque no los voy a acompañar voluntariamente –Los Seals avanzaron
amenazadoramente, pero ella no se amedrentó.
El hombre de traje la vio tan decidida que no quiso arriesgar un
escándalo o que le ocurriera algo a ella, menos con todas las cámaras de
celulares que comenzaban a filmar desde el local. Pero también sintió que no se trataba de una
persona común. Admiró su valor y
decisión.
–Lo único que puedo decirle Señora, es que el proyecto
“Mata-Hari” continuó y algo salió mal en las pruebas de campo–. Rebecca recordó
los rumores sobre el proyecto.
– ¿Qué tan mal? –preguntó.
–Bueno, eso es clasificado, pero, ¿supo sobre el último
apagón?
–¿El de anteayer? –El hombre asintió. Rebecca pudo
hacerse una idea de la magnitud del asunto.
–Tan mal, ¿eh? –Pensó unos segundos y luego dijo –Voy
por algunas de mis cosas y a despedirme.
No les diré nada. Lo prometo –Uno de los Seals se interpuso.
–Deja que vaya.
Creo que comprende la gravedad de la situación. ¿Verdad Señora Simmons? –Rebecca
asintió.
Una vez
en el helicóptero el hombre le informó del alcance de la paralización sufrida
en la red de defensa, pero ella no lo escuchaba. Pensó que finalmente el pasado la había
alcanzado. Quizás su padre tenía razón cuando decía que no se puede huir de lo
que se es. Se preguntó si el azar la ponía donde había quedado la última vez o
tal vez era su destino el completar su
búsqueda. El hombre del traje se quitó las gafas oscuras y la miró con algo de
tristeza. Tenía el pelo negro ondulado y los ojos de un azul intenso.
–Lamento que tenga que dejar a su familia Señora
Simmons –dijo-. Sé que debe ser difícil.
–No lo lamente. Mi familia es fuerte y mis hijos ya
están grandes. Además dejé algunas cosas
inconclusas a donde vamos. Es hora de
que las resuelva–. Lo miró directo a los ojos y sintió que algo se estremecía
en ella. Algo que había estado dormido por
años.
–¿Es usted casado agente…?
–Gordon. Agente Gordon. Lo fui. Este trabajo no nos
deja demasiado tiempo para hacer vida marital.
–¿Hijos?
–No.
–¿Tampoco tuvo tiempo? –Él sonrió.
–Lo decidimos así. Fue lo mejor.
–No para ella, estoy segura–. La miró algo turbado.
Sus orejas enrojecieron levemente.
–Siempre uno de los dos resulta más afectado. Usted tiene
que saberlo Señora Simmons–. La miró a los ojos un instante. Ella no quitó la
vista.
–Rebecca –dijo, sabiendo que terminaría en la cama con
ese hombre–. Sólo llámeme Rebecca.
Continuará...
Gea (continuación)
"A la naturaleza sólo se la domina obedeciéndola.”
Francis Bacon
Capítulo II
FUTURO ACIAGO
Quince años después.
Afuera la tormenta arreciaba, mientras Ken Robbers se
desperezaba frente a su viejo PC, en las oficinas federales de Asuntos de la Tierra. Los ventanales
blindados, de reducidas proporciones, podían resistir vientos de hasta 250 kilómetros por
hora, pero las tormentas siempre lo ponían nervioso. Sabía lo que los escombros
podían causarle a un ventanal a esa velocidad y no importaba que tan gruesos
fueran los vidrios, era suficiente para hacerlos añicos y cortarle la cabeza
casi sin perder celeridad. No lo sabía por mera coincidencia. Era su trabajo saberlo.
Ingeniero en dinámica de suelos de profesión y con un
grado MIT (Massachussets Institute of Technology) en Física Tectónica, era la
autoridad máxima en su especialidad y se encontraba a la cabeza de un proyecto
de investigación de máxima seguridad que consumía todos sus esfuerzos desde
hacia 2 años. Pertenecía a un
organismo privado llamado OEFI (Organización
para la Investigación
de Fenómenos de la Tierra ,
por sus siglas en inglés) que a pesar de su nombre se dedicaba al lucrativo negocio
de predecir desastres naturales. Los
éxitos en este difícil rubro eran ampliamente recompensados con fondos provenientes
tanto de los países más poderosos, como de las más importantes corporaciones multinacionales
para apoyar sus investigaciones. Dado que del conocimiento de donde y en que
momento golpearían estos fenómenos, dependían sus negocios y futuras
inversiones, con cifras que muchas veces alcanzaban varios billones de Euros (Después
de la caída de la bolsa de Nueva York, tras la primera oleada de grandes
sismos, se convirtió en la moneda oficial para realizar transacciones
internacionales), no era de extrañar que la predicción de desastres naturales
se hubiese convertido en un negocio multimillonario.Habían surgido varias instituciones dedicadas a esta
compleja actividad, aunque algunas empresas tenían su propio departamento de
predicciones. Pero hasta entonces su organización había acaparado el mayor
porcentaje de beneficios, liderando el mercado catastrófico. Y después de la
caída del petróleo, se posicionó en la cúspide de la economía mundial, de la
que dependían no sólo los grandes consorcios, sino además cientos de otras “empresas
buitres” también conocidas como “carroñeras”, dedicadas a la poco decorosa pero
no menos lucrativa tarea de detectar las carencias de las zonas afectadas por
los desastres, sacando ventaja del sobreprecio que las víctimas estaban
dispuestas a pagar apremiadas por la necesidad, así se tratara de alimento,
abrigo o agua. Esta última era la de
mayor demanda, dada su escasez a nivel mundial y causante de todas las guerras
surgidas en el último decenio entre los países del tercer mundo. Todas estas entidades se encontraban en
constante pugna por apoderarse de una porción de un mercado en constante expansión
y estaban dispuestas a enriquecer a cualquiera que pudiera darles una pequeña
ventaja, de incluso minutos, por sobre las demás. A esto se debía la rigurosa
seguridad tras su investigación. El
espionaje industrial representaba un verdadero problema, ya que su organización
poseía el record de haber logrado los vaticinios más acertados hasta ese
momento, manteniéndolos varias horas e incluso días, por delante de su
adversario más cercano y su más fiero competidor, la Corporación Nagano. Pero estos se acercaban peligrosamente. Ya
habían quedado atrás aquellos días en que el mundo entero aguardaba expectante
los informes emanados de su organización. Por ello, Ken no solía delegar trabajos que
eran de una naturaleza tan delicada. Había
demasiado en juego como para dejar esa responsabilidad en manos de otro, no
porque dudara de las capacidades de sus subalternos si no porque no quería
echar esa enorme carga sobre los hombros de alguien más. Su equipo era el mejor
del país y probablemente del mundo. El reloj
de la esquina inferior derecha de la pantalla marcaba las tres de la madrugada,
y las horas frente al computador cobraban su cuota de cansancio. Con los ojos enrojecidos, irritados por el
aire enrarecido a pesar de los filtros de aire del edificio, se le dificultaba
distinguir con claridad las palabras. –Suficiente por hoy
–se dijo recostándose sobre el respaldo de su butaca de cuero negro. Cerró los párpados para descansar la vista un
instante, rememoró el motivo que lo mantenía atado a su asiento y se preguntó
por qué no mandaba todo el proyecto al diablo.
Por seis semanas sin parar había tratado de establecer las
variables que venían afectando al planeta, sin poder identificar un patrón. Después de años de exhaustivos análisis era
desalentador que no pudiera superar las predicciones del Sistema de Alerta
Temprana como se le llamaba, y aunque la información obtenida de él le era
entregada a través de la Agencia de
Análisis Avanzado de Desastres (ADAA) que era de donde provenían la mayoría de
las predicciones, esto hacía muy poco por aclarar como fue que lograron establecer las constantes del modelo
predictivo original. Pero pese a lo
certero de sus vaticinios, el sistema no era perfecto. En varias ocasiones habían errado las
predicciones provocando cuantiosos daños a causa del pánico, cuyos costos
debieron asumir además de las considerables sumas desembolsadas para acallar a
los medios y bajarle el perfil a los incidentes. Esto venía ocurriendo con cierta regularidad
en los últimos 5 años. Se rumoreaba que
existía un documento clasificado al que sólo tenían acceso unos cuantos y que era
la base científica sobre la que se sustentaba toda Organización, pero a pesar
de su elevada posición, no tenía acceso directo a él, lo que no era demasiado
malo considerando que se sabía extraoficialmente que la mayoría de los miembros
de la ADAA ni siquiera lo habían visto. Un
documento al que sólo se le conocía como “El Informe”. Para llegar a él se requería de una clave de
acceso nivel 6, el más alto en seguridad, otorgada sólo a unos pocos, entre
ellos su Némesis de proyecto y científico jefe de la ADAA, Steve Renard.
Las moderadas mejoras implementadas por Ken al modelo predictivo
original, le habían valido varios reconocimientos en su meteórica carrera, pero
a pesar de esto le resultaba cada vez más difícil mantener su perspectiva científica.
Las constantes presiones de su exigente tarea
se hacían día a día más insostenibles.Tratar de prevenir desastres para salvar vidas se
contraponían con el evidente interés económico que motivaba a la otrora
humanitaria organización a la que él ingresara hacía varios años ya, cuando era
una joven promesa de la investigación científica y además entusiasta
conservacionista. Antes de eso había
tenido varios problemas con la ley como férreo activista de Greenpeace y
defensor de cuanta causa ecológica se pusiera en su camino, pero los tiempos de
esas filantrópicas aventuras habían quedado atrás. Cuando se integró al equipo de investigadores
del proyecto, su trabajo consistía en reunir datos de todo el globo para
proveer a los científico de la ADAA de la vital información que requerían para
realizar las predicciones, y a pesar de que su participación era indirecta, él
consideraba que formaba parte importante del equipo. Sin embargo nunca se le otorgó acceso a las
instalaciones de la ADAA, y sólo se permitía fantasear con que algún podría
ingresar y echarle una buena mirada al dichoso “Informe”. Había perdido toda esperanza de que esto
ocurriera, cuando un día le fue encomendada por el mismísimo George Barrows, en
aquel entonces director de la OEFI
y Dios en la Tierra
para Ken, la creación de un proyecto alternativo al de la ADAA que fuera capaz
de competir al mismo nivel en eficiencia, para reemplazar algún día al antiguo
sistema en la carrera de predicciones.
Se le dijo que por razones de seguridad y para no viciar esta nueva
empresa con las falencias que aquejaban al anterior Sistema, no debía basarse
en ningún conocimiento previo, debía comenzar de cero, pero con recursos
económicos y tecnológicos ilimitados. Fue
así como pasó, de secundar al cuerpo de científicos de la ADAA, a encabezar su
propio proyecto, al que bautizó NeoGénesis. Desde eso habían pasado dos años ya. Los
grandes sismos que devastaron el planeta hacía más de una década, cambiaron el
objetivo de sus ideales altruistas, porque
ahora era la raza humana la que se encontraba en peligro de extinción. No conocía a una sola persona que no hubiese
perdido a un ser querido en esos colosales cataclismos, que si bien habían
disminuido en intensidad no lo habían hecho en la frecuencia con que golpeaban
las zonas aledañas a las placas tectónicas. La escala de Richter tuvo que ser aumentada de
12 a 16
grados, y no era raro que en ciertos lugares donde se concentraban la mayoría
de los temblores, como el llamado “Cinturón de fuego del Pacífico”, alcanzaran
los 10 grados, cambiando no sólo la fisonomía
del planeta sino la misma esencia del hombre. Ya no perseguía otro ideal más que
la propia sobrevivencia. Todos sus esfuerzos, todos sus medios se abocaban a
ello. Eso fue lo que lo hizo ingresar en
la organización. Quería alterar el destino, torcerle la mano a la adversidad y
lograr lo que muchos trataron pero pocos habrían de lograr, un sitial junto a
aquellos que cambiaron el sino de la humanidad. Gentes como Anne Marie Baker que tras sus
descubrimientos alertó a las autoridades salvando a cientos miles, sino
millones de vidas. Pero su motivación estaba siendo seriamente alterada por
quienes sólo veían en ello una oportunidad de enriquecerse. Personas como George Samuel Barrows, su jefe
directo, mentor, y probablemente el hombre más inteligente que había conocido. Científico
brillante y genio de las finanzas, en las mas altas esferas se lo conocía como
“El Brujo”, por su habilidad en los negocios. Era además el fundador del proyecto y dueño
del 58% de las acciones lo que lo convertía en el presidente del directorio de
accionistas y en el hombre más poderoso de la Tierra. Sus frecuentes encuentros verbales no habían hecho más que
acrecentar su admiración por aquel hombre. Su brillante intelecto era sólo
comparable con su devoción por el
trabajo, y su capacidad para extraer lo mejor de cada situación, aun las
peores, sólo lo hacía más grande a sus ojos. Era un hombrecillo de unos
cincuenta y tantos, de andar lento y hablar pausado, de baja estatura, siempre
ceñido en un traje de tres piezas gris a
rayas. Se podría pensar, al verlo por
primera vez, que se trataba de un empleado más de no ser porque poseía una presencia
arrolladora. Nunca antes lo había visto
enfadarse. No importaba cuanto se
esforzara por sacarlo de sus casillas, nunca había logrado arrancarle una mala
palabra de su boca o tan siquiera un gesto de disgusto. Siempre llevaba dos cosas en los labios, un
habano, cosa que de por sí ya era extraordinaria considerando que hacia años
que no se podía encontrar uno ni en el mercado negro, y una sonrisa afable y
despreocupada. Incluso en las peores
situaciones jamás había perdido su compostura, conservando la misma expresión flemática
en el rostro, así se tratara de un nuevo logro de sus laboratorios, o de un
estrepitoso fracaso financiero de algunas de sus empresas, que eran los menos.
Pero desde hacía un tiempo su actitud no era la misma. Ya
no se le veía recorriendo los corredores alentando al personal con comentarios
positivos sobre su trabajo, ni realizaba las acostumbradas reuniones sociales
para celebrar un nuevo acierto de la ADAA. Ahora parecía molesto con esa sección y con
sus integrantes excepto con Steve Renard a quien parecía respetar tanto como a
Ken pero de una manera diferente. De una
extraña forma parecía temerle.
En efecto George Barrows había cambiado mucho. Algunos teorizaban que había sido victimado
por su propia ambición y que, ebrio de poder, sufría de “delirium tremens”.
Otros, más extremistas, afirmaban que por su comportamiento hosco y retraído se
trataba realmente de otra persona. Lo
llamaban “el Clon” a sus espaldas, pero como todo lo que ocurría en su empresa,
él lo sabía. En sus labios ya no se veía
su característica sonrisa, si no una expresión de constante repulsión, y sus
ojos tenían una mirada tan intensa que resultaba difícil mantener la vista en
ellos, escudriñando cada rostro con insistencia inquisidora, desconfiando de
todos y despidiendo arbitrariamente a quien se le cruzara cuando experimentaba
uno de sus frecuentes arranques de ira. Pero la frialdad con que solía proceder en
algunas ocasiones era lo que más inquietaba
a Ken. No era extraño que, ante un
inconveniente en una de sus muchas
cadenas de distribución de víveres, cerrara una planta sin inmutarse, dejando a
miles sin empleo, y a cientos de miles sin las vitales provisiones, en
ocasiones hasta por semanas. Cuando se
le aproximaba podía sentir el hielo en sus venas y tras su torva mirada sentía
que algo maligno se ocultaba. La actitud
condescendiente a la que estaba acostumbrado había desaparecido y ahora lo
presionaba a seguir adelante con su trabajo a pesar de que él mismo lo
consideraba un fracaso. En ocasiones lo
había sorprendido husmeando entre sus archivos e incluso lo había sobresaltado
en más de una ocasión cuando descubría que lo observaba por sobre el hombro,
hasta que un día no aguantó más. –Señor Barrows, –le
dijo disgustado –no es necesario que haga eso. No guardo secretos para usted, y
todo lo que mi equipo y yo vamos obteniendo se lo hago saber a través de mis
informes semanales. ¿No le basta con haber puesto cámaras en cada rincón, que
ahora debe realizar labores de espionaje usted mismo? –Sin darle tiempo a
responder continuó –Ya es bastante
molesto tener que lidiar con su obsesiva desconfianza y además tener que
adiestrar personal nuevo cada vez que a usted se le ocurre despedir a alguno de
mis subalternos sin consultarme primero.
Había ido demasiado lejos esta vez.Barrows abrió desmesuradamente los ojos, y Ken por un
momento pensó que él mismo lo arrojaría por la ventana, pero éste no le siguió
el juego. Rápidamente recobró la compostura y le dijo con tono paternal. –Muchacho, sabes
perfectamente que nuestros competidores nos pisan los talones y que no dudarían
en valerse de cualquier recurso para hacernos caer. Nuestro único punto débil son nuestros propios
empleados. Son volubles, corruptibles y
no tienen ninguna noción de lo que es la lealtad. –La tendrían si
tuvieran la esperanza de conservar sus empleos más de unas semanas –Repuso Ken,
pero Barrows no se dio por aludido. –No desconfío de ti
muchacho, pero tu juventud no te ha dejado conocer el mundo como a mí. Ahí afuera hay una guerra permanente por
repartirse los despojos de la humanidad. Parecen una manada de antropófagos
arrancándose trozos de carne. Aquí hemos
creado nuestro propio ecosistema sustentado con trabajo arduo, a salvo de
aquellos que sólo quieren vernos en el suelo, arrastrándonos como ellos y
matándonos por un trozo de pan. Esta
empresa le ha dado un nuevo significado a la palabra humanidad. Hemos creado una nueva fuente de vida de la
que se sustentan millones. Una sociedad
económicamente viable que conserva las trazas de civilización que aun quedan
para aquellos que logren sobreponerse al caos reinante. Sin nosotros la sociedad habría sucumbido hace
mucho y aun así hay quienes nos quieren ver caer, porque no soportan que nos
encontremos en la punta de la pirámide, en la cúspide de la humanidad. –Lo que no soportan
es que nos encontremos en la cúspide parados sobre sus caras, porque, quiéralo
o no, dependemos de ellos tanto como ellos de nosotros. Sin una base fuerte ninguna pirámide se
sustentaría y están hartos de que se les trate como meros recursos desechables.Barrows lo observó con recelo. Después de todo Ken no había perdido su
espíritu combativo y aun conservaba algo del
chico rebelde de antaño. Pero
Barrows volvió a la carga, esta vez atacando el problema desde otro ángulo. Soltó un profundo suspiro, le puso afectuosamente
la mano en el hombro y le habló como haría un padre a un hijo, o un maestro a
un alumno cuando se da cuenta que éste ya no tiene nada que aprender.
–Te concedo eso
muchacho. A veces la mayoría de edad nos
llega con algo de pesimismo, pero no he venido para discutir eso contigo. Estoy aquí para comunicarte en persona que he
tomado una decisión trascendental respecto a nuestra organización y parte
importante de esa decisión es debido a tu influencia. Tu me has inspirado muchacho, me has hecho ver
la luz al final del camino. Esta
compañía necesita de sangre nueva, como la tuya, que le de un nuevo impulso,
nuevos propósitos. Debemos recuperar nuestros
objetivos originales para beneficiar a la totalidad de la humanidad y no sólo a
unos pocos. Debo admitir que me he
dejado cegar por el éxito, pero he acumulado suficiente fortuna para varias
vidas y quiero hacer algo por los demás. Permíteme al menos la oportunidad de
devolverle la mano a esa gente, que tanto a sufrido, y hacerlo en grande.
Parecía entusiasmado pero Ken se mostraba reticente.–Quiero que cuando el proyecto halla concluido, le sea
entregado libremente a los organismos de seguridad, para que puedan hacer sus
propias predicciones, sin tener que depender de otros medios para prevenir a la
población. De esta forma terminaremos con la manipulación inescrupulosa. Cambiaremos el sino de la humanidad. Con la mano aun
sobre el hombro de Ken, pudo sentir que este se estremeció cuando dijo esto,
por lo que replanteó su retórica. –Sé que no he sido
muy amable últimamente con tu gente y te pido sinceras disculpas por ello. He tenido problemas con la mesa directiva a
causa de esto mismo, pero no voy a ceder ante sus presiones. Estoy decidido a cambiar el rumbo de esta organización, así me
cueste cada centavo que poseo, porque tarde o temprano llega el momento, hijo, en
que todo el dinero no compensa la ausencia de amigos, de una familia, de seres
con quien compartir un momento de felicidad. Tu no sabes lo solitario que es estar en la
cima sin tener alguien con quien compartir tus dichas, tus sueños y anhelos. Por
eso es tan importante para mí tu trabajo. Tú representas mi redención.
Lo palmoteó enérgicamente en el brazo, se le aproximó por
la espalda y le apoyó los dedos nudosos
sobre los hombros. Entonces aproximó su
rostro al oído de Ken y este pensó que de un momento a otro trataría de
estrangularlo, o de confesarle un oscuro secreto, lo que le resultaba
igualmente repulsivo. Se le erizaron los pelos de la nuca de tan solo pensar en convertirse
en su confidente involuntario. Nunca era
tan amistoso y sabía que se traía algo entre manos, pero no pudo adivinar qué,
por lo que permaneció a la defensiva. –Quiero que colabores
con conmigo en esta nueva causa, muchacho. Tú has quitado la venda que he
llevado por tanto tiempo sobre los ojos, me has hecho ver con claridad lo que
debo hacer y no se me ocurre otra forma de manifestar mi aprecio y total
confianza en ti.
Al decir esto puso
sobre el teclado un abultado sobre tamaño oficio con el logo de la compañía y
el membrete del directorio. Ken fingió
parecer confuso para no arruinarle el momento al viejo, pero sabía que solía
valerse de su chequera para ganarse la confianza de sus colaboradores y comprar
su lealtad. Tarde o temprano sería su
turno. En realidad esto le resultaba
insultante, y aunque la idea de despilfarrar dinero a sus expensas no era del todo desagradable, era la
oportunidad que esperaba para mandarlo al demonio.
–Señor Barrows, –dijo sin
volverse y con la voz más profunda que sus cuerdas vocales le permitieron para
parecer más molesto de lo que en realidad estaba –si usted cree que soy del tipo de persona que
se deja impresionar por un fajo de billetes se ha equivocado y esto, Señor, es
la gota que derramó el vaso. Es más, le
voy a decir lo que puede usted hacer con él… pero interrumpió su discurso de agravio
cuando Barrows prorrumpió en una salivosa risotada que dejó a Ken con las
palabras en la boca. –Pero de qué se ríe
–dijo, ésta vez verdaderamente molesto. No lo tomes a mal
muchacho –dijo entre risas pero, ¿cómo
es que se te ha ocurrido esa idea?–Bueno, –dijo algo confundido –no sería la primera vez. –Debo admitir que
si. A veces he recurrido a mi billetera
para lograr lo que me propongo, pero jamás se me ocurrió hacerlo contigo. Sé lo orgulloso que eres y no me atrevería a
insultar de esa manera a mi mejor apuesta.Ahora si no entendía nada. –Vamos, –lo conminó
Barrows –ábrelo.La curiosidad empezó a minar su resistencia inicial. Con fingida apatía vació de golpe el contenido
sobre el escritorio, y lo primero que llamó su atención fue una billetera muy
fina de cuero labrado con su nombre gravado en oro, que calló sobre unos
papeles que parecían formularios de inventario. Miró por sobre el hombro a Barrows que se
apresuró a justificar el costoso obsequio. –No puedes culparme
por querer hacerlo con clase, no está en mi naturaleza ser trivial –dijo con
sorna –¿Qué esperas? ve en su interior.
Así lo hizo y lo que halló lo dejó sin aliento. Una flamante tarjeta de seguridad nivel 6 con
su nombre, foto e impronta de ADN en código de barras, pero algo no estaba
bien. En el cargo decía Director de
Proyectos oefi. Hasta donde sabía no existía tal cosa. –¿Y
bien, no vas a decir nada? –dijo Barrows. –No es ningún
secreto que desde que llegué he deseado echar un vistazo a la ADAA, y no crea
que no se lo agradezco, pero el cargo está mal, ¿ve?
El viejo sonrió satisfecho –No hay nada de malo con eso. Eres el nuevo director de los proyectos en
conjunto de OEFI, si es que aceptas. Yo
ya estoy demasiado viejo y cansado para tomar decisiones acertadas y tú eres la
persona más apta que conozco para reemplazarme en el cargo. ¿Qué dices? –… –Entonces no se hable más. El papeleo del contrato está frente a ti. Confío
que concordaras conmigo en los términos que te son del todo favorables. Estoy seguro de que es la mejor decisión que
he tomado en años. Tómate el resto del día para que lo leas con detenimiento y hazme saber tu decisión por la mañana. –Espere Señor Barrows
tengo algo que decirle. –Lo harás mañana. Y
no te sientas presionado. Cualquiera sea tu decisión, la respetaré –dijo con
prisa y dio media vuelta, pero antes de abandonar la oficina se volvió algo
turbado.–Esto resulta algo bochornoso, pero se me olvidaba avisarte que me tomé la
libertad de depositar en tu cuenta personal un “bono” por concepto de
utilidades, pero es sólo para cubrir los gastos en caso de que aceptes el
cargo. Ya sabes… gastos de… tu comprendes, por eso de ser Director –y literalmente
se dio a la fuga, desapareciendo rápidamente por los pasillos. El viejo zorro lo había hecho de todos modos.¿Sería posible que estuviese equivocado respecto a
Barrows? Por un momento creyó estar hablando con el Barrows de antes.
Descubrir cuál fue la metodología que condujo a obtener las
acertadas predicciones había sido toda su preocupación los últimos meses, pero
cada nuevo desastre echaba por tierra sus esperanzas. Contaban con la
implementación más moderna disponible para predecir catástrofes, una red de
satélites que monitoreaban cada centímetro de la superficie del planeta y
habían reunido a los mejores especialistas del mundo en cada área relacionada
con las ciencias de la
Tierra. Contaban
además con estaciones de monitoreo en los lugares más conflictivos, que
informaban minuto a minuto cualquier cambio que pudiera implicar el riesgo de
un nuevo desastre natural o inducido,
disparando una alerta generalizada a todos los equipos de la zona
afectada que actuaban con una eficiencia jamás vista en la historia. Había estudiado cada una de las variables,
cada proceso tras los fenómenos ígneos y telúricos. Había estudiado con detalle
la forma en que los cambios de temperatura en las altas capas de la atmósfera
afectaban el clima alterando las estaciones, provocando tormentas que azotaban las
maltrechas zonas costeras y huracanes que escapaban a toda escala, por su
inusitada violencia. Pero no lograba
entender cómo podían estar éstos vinculados con los fenómenos tectónicos para
producirse en las grandes oleadas, que aparentemente no guardaban relación
alguna con el comportamiento global de estos mismos fenómenos en el pasado. Los bien documentados archivos históricos no
tenían registros de que haya ocurrido algo así antes en la Tierra , y los geólogos sólo
podían suponer, en base a los registros fósiles, que eventos de similar
naturaleza habían tenido lugar poco
antes de la extinción de los dinosaurios. Algunos hallazgos recientes en los
estratos más antiguos hacían pensar que no era la única vez que esto había
ocurrido, pero la falta de antecedentes imposibilitaba la elaboración de una
teoría consistente acerca de si era efectivamente esto lo que estaba ocurriendo
o si se trataba de una fortuita concentración de fenómenos aislados. Cualquier intento por aventurar una conclusión
al respecto no era más que dar palos de ciego y permanecían dentro del marco de
la especulación.
Sentía que pisaba terreno desconocido y temía que en
cualquier momento pudiera tropezar con
la clave del gigantesco puzzle y no lo notara, dejando escapar la única
oportunidad de resolver el escurridizo enigma y con él las esperanzas de toda la
civilización. Por ello no pasaba nada
por alto. Nada quedaba al azar, porque si
de azar se tratara, el llegar a obtener la combinación exacta de las variables
sería equivalente a predecir los números de la lotería estatal todas las
semanas, si aun hubiera una. Pero esa era precisamente su tarea.El gran vacío dejado por las ausencias de éxitos en sus
investigaciones no lo desalentaba, sólo lo hacía indagar con mayor ahínco para
revelar sus secretos. Era el mayor desafío
que había enfrentado jamás y la idea de poder hurgar entre las mentes más
brillantes de la historia, lo apasionaba. El seguir paso a paso, los procesos que generaron
el modelo predictivo original, y su inigualable capacidad deductiva, eran una
combinación promisoria. Por ello seguía trabajando en el proyecto. Había dejado
de ser un trabajo para convertirse en un desafío personal y nadie podía hacerlo
mejor que él. Barrows lo sabía. Sin él, el proyecto estaría perdido. Pero, como sucede en las pesadillas donde se
huye de un peligro aterrador y no se logra avanzar, cuando creía que las respuestas estaban al alcance de su
mano, éstas parecían esfumarse como espejismos en un desierto de infinitas
probabilidades. Era como si lo eludieran
intencionalmente. Lamentablemente la
única persona que hubiese querido que le ayudara no estaba más. Los Grandes Sismos golpearon con tal fuerza e
intensidad que arrasaron con grandes extensiones de asentamientos humanos y los
posteriores tsunamis barrieron todas las zonas costeras del Pacífico. Japón y
la mitad de Australia fueron inundadas por olas de trescientos metros,
California desapareció bajo las aguas al igual que Hawai y la mayoría de las
islas de los archipiélagos de Nueva Guinea, Madagascar y cientos de otros
alrededor del planeta. La devastación fue
espantosa y se llevó las vidas de decenas de millones de seres, entre ellas la de
Anne Marie Baker.
Este ascenso representaba para él una nueva oportunidad,
un nuevo aire en su investigación. Tendría
en sus manos las herramientas para realizar sus aspiraciones personales. No importaba que Barrows no fuera sincero. Sin saberlo le había entregado el poder para
lograr su cometido, y si éste no cumplía con sus promesas, él se encontraría en
posición de hacer que las cumpliera. No
obstante debía terminar primero con un asunto que le molestaba desde hacía
tiempo. Después de todos los intentos
por desacreditarlo, ese ascenso era lo que necesitaba para igualar el marcador
con Steve Renard. Era la constante
piedra en su zapato, que se sacudiría de una vez por todas.
A pesar de todo lo bueno que esto podía representar para Ken,
no duraría. Aun no lo sabía, pero el tiempo
se le estaba agotando.
Continuará…
John Larson, cazador de brujas.
En nuestro mundo
desde tiempos inmemoriales han existido fenómenos inexplicables, que la
humanidad en su vano intento por entender, ha llamado mitologías, leyendas o supersticiones y forman
parte de su historia oculta. Algunos los
llaman eventos paranormales, otros mitos urbanos, pero en la antigüedad se les
consideraba tan reales como las guerras, la peste y el hambre. Para la mayoría
son sólo leyendas, pero unos pocos saben que todo mito encierra algo de verdad,
especialmente algunas Instituciones Gubernamentales que, no queriendo admitir lo
que saben, recurren a personas especiales con capacidades extraordinarias, para
hacerles frente y mantenerlos fuera del conocimiento público, agentes altamente
especializados que poseen el conocimiento y las herramientas para enfrentar estos
fenómenos. A estas personas se les
conoce extraoficialmente como Paragentes. Entre ellos existe uno excepcional, una
leyenda entre los de su clase, uno de los pocos investigadores que se especializa
en resolver casos con los que la policía cibernética, el FBI y aún otros Paragentes,
no pueden. Su capacidad deductiva y sus pocos
ortodoxos métodos para enfrentar las situaciones más inverosímiles, le valieron
el apodo de Witch-hunter,
El Cazador de brujas, su nombre es John
Larson, y esta es su historia.
John revisaba el
cronograma de los hechos más relevantes acontecidos hasta ese momento buscando
el instante en que todo comenzó a salirse de control. En el 2039, la NASA lanzó
el primer biodroide completamente autónomo, en la exploración de Marte. Algunos
señalan esa fecha, del recién pasado siglo 21, como el inicio de la era bio. El
éxito de la misión disparó una demanda enorme por este tipo de dispositivos,
especialmente después de desarrollar las plantas nucleares de Fusión. Con
fuentes de energía de muy bajo costo y prácticamente inagotable, el desarrollo
tecnológico fomentó el empleo de estos complejos dispositivos en el quehacer
cotidiano. En el 2057, comenzó la guerra por la tecnología biodroide. Japón
durante años lideró la carrera tecnológica de desarrollo de biodroide de uso
industrial y doméstico hasta que la crisis interna del 2069 y el conflicto
bélico con Corea unificada, mermó su
capacidad productiva a nivel tercer mundista. Fue cuando India y China
lideraron el mercado biodroide inundando Europa y América con productos
cibernéticos de calidad y al alcance del bolsillo medio. La WRC (Willamson
Robotics Corp) fue una de las precursoras de esta tecnología en América y sus
sorprendentes avances eran rápidamente incorporados a los nuevos y más modernos
modelos. La unificación de los estados africanos promulgada por Amund Bakarat,
carismático líder ideológico y promotor de la consigna anticolonialista
corporativa, “Africa para los africanos”, terminó con la hegemonía industrial
de las grandes corporaciones en el continente. Éstas, en respuesta, llevaron el
tristemente célebre “Bloqueo Tecnológico” y las mafias de contrabando se
adueñaron de gran parte del mercado negro africano.
En el 2084, la WRC lanzó
la primera generación del modelo más vendido de la historia reciente, el KHIU
(Kinestethyc Human Imitator Unit), conocido como Copycat, (El imitador),
programado para emular el comportamiento humano y empatizar con su entorno
social. A él siguieron varias actualizaciones, de las que “Perfect budy” (el
compañero perfecto) era la 11° generación, conocido también entre sus adeptos como
el primer humano artificial. Surgieron las primeras unidades sexuales. No pasó
mucho tiempo para que se realizara el primer matrimonio humano-biodroide. Esto
originó duros conflictos entre las organizaciones que habían tomado partido por
distintos lineamientos ético-políticos. Las organizaciones proderechos del biodroides
alegaban que estos debían tener derechos sociales propios, y que se les debía
reconocer como “los nuevos humanos”. Los conservadores humanistas, abogaban por
mantener y resaltar las diferencias entre los humanos y los biodroides,
exigiéndole al congreso que fueran identificados con códigos visibles en sus
extremidades, que permitieran diferenciarlos en cualquier momento. Mientras
tanto, habían logrado sacar a los bios de los cargos públicos y de
investigación y desarrollo, quedando silenciosamente relegados a actividades secundarias
de apoyo logístico y administrativas, pese a que su desempeño había sido el más
eficiente de la historia conocida, haciendo que la humanidad alcanzara un
desarrollo económico y tecnológico más allá de lo que ésta jamás había soñado,
y todo en menos de 50 años. Pero lo peor estaba por venir. En el 2135 la ley
A-2501, conocida posteriormente como la Ley Fría, promulgada por las
influencias de los políticos conservadores más radicales, había asestado el
golpe más duro en contra de los defensores de los derechos biodroides. Los
sentimientos en los biodroides fueron proscritos y los matrimonios entre
humanos y bios, prohibidos. Se realizaron ciberlobotomías masivas que se
extendieron por todo el globo, pero no pudieron alcanzar a aquellos que fueron
ocultados fuera de las grandes urbes. A estos se les conoció como “emotics” y
fueron perseguidos implacablemente por unidades especialmente entrenadas para
identificarlos y neutralizarlos. De eso hacían varios años ya y los sucesos más
dramáticos se perdían en la memoria colectiva. Pronto fueron olvidados por completo
y sólo permanecían algunos lobotomizados como mudos testigos de esos oscuros
días. Sin embargo un extraño clamor se dejaba escuchar tras su silencio, John
lo podía sentir en el aire. Se podía palpar una rebelión en ciernes y cuando ésta
ocurriera, ya sabía de qué lado estaría.
Beth escribía vertiginosamente mientras Larson
dictaba sin consideración, a toda velocidad. Estaba acostumbrada. El día que la desembaló y escuchó por primera
vez sus patrones de reconocimiento vocal, se había prendado de él, y a pesar de
que sabía que una relación entre ellos era imposible, no sabía cómo, pero lo
amaba intensamente. W. R. C., la compañía desarrolladora de las tecnologías de
interacción robótico-humana, había tratado de hacerse de ella en varias oportunidades, incluso ofreciéndole un
modelo de lujo, más avanzado y costoso, pero él nunca accedió. Sabía que era
especial, y por nada del mundo se desharía de ella. Era la mejor amante que
había tenido, humana o bio.
El cliente parecía
deslumbrado por las prominentes curvas de Beth.
-Eso es todo. Envíale
una copia al Comisionado y archívala.
-Está hecho cariño.
-No sabía que un
modelo sexual podía hacer de secretaria- dijo por fin el hombre, sorprendido.
-Asistente -corrigió
Beth-, y no soy un modelo sexual.
-Eso es todo, linda -dijo
John secamente.
-Como quieras guapo -dijo
acariciándole la barbilla, y se alejó contoneando coquetamente sus caderas,
ceñidas en un ajustadísimo vestido de látex rojo.
-¿Es una nueva
programación? -preguntó el cliente notoriamente impactado por su grácil figura.
-Hasta donde sé, es
un caso único. Los de la WRC no tienen una puta idea de qué le ocurrió, pero a
veces resulta una patada en los huevos.
-Ya te oí -dijo Beth
desde el pasillo.
El hombre se pasó un
pañuelo por el labio superior.
–Y me imagino que no está dispuesto a
venderla.
-Señor Higgins -dijo
algo molesto-, le informaré cuando sepa algo.
-Sí, comprendo. Bueno,
hasta pronto Señor Larson -dijo y se levantó presuroso, tratando de disimular
la erección con su abrigo.
-Hasta pronto Señor
Higgins -dijo Beth y con los dedos le envió un
beso desde su escritorio. El hombre tropezó al salir.
-Chica mala, mala -dijo
John sentándose sobre su escritorio.
-No finjas que no te
gusta. ¿Te ofreció comprarme?
-Por supuesto que no.
-Tus latidos
aumentaron de 92 a 108 en 1, 4 segundos. Estás mintiendo. ¿Celoso?
-Sabes que no debes
leer mis constantes sin mi permiso.
-Lo siento Cariño. Después
puedes darme mi merecido. ¿Qué le digo al Director Harris sobre su solicitud?
-Que su gente se haga
cargo. Ya tenemos un caso, y uno difícil.
No era raro que un caso de agresión sexual biodroide llegara a su
oficina, pero los ataques se habían multiplicado en el último tiempo y dos de
las víctimas, un guardia de seguridad y un contador, debieron ser internados
con lesiones graves. Los partes médicos arrojaban poca luz sobre el caso, pero
había un leve indicio que creyó, contenía la clave del caso. En los ataques se
repetía un patrón claramente reconocible. Todos fueron después de la media
noche y a hombres solos, pero no habían logrado obtener una descripción del
atacante porque ninguno de ellos recordaba nada del hecho. Otro dato extraño
era que todos se encontraban en un alarmante estado de agotamiento físico. Era
como si su fuerza vital hubiese sido succionada.
Beth no logró establecer
una relación entre los nombres, cargos, o edades. Parecía que, fuera de lo
antes mencionado, eran elegidos al azar por su victimario. John sabía que el
caso implicaba sucesos paranormales, por lo que reunió a su equipo de expertos,
conocidos en el medio como “El Grupo”.
-¿Qué tenemos John?-
El que hablaba era Peter Frost, hábil ladrón tecnológico que hacía trabajos
“especiales” para varias instituciones privadas y públicas.
-Es un 737 (violación
sexual a un humano por un biodroide), pero no hay pruebas.
-¿Cómo saben que es
un 737 entonces? -dijo Mira Maller, graduada del MIT en sistemas de IA
avanzados.
-Las pruebas físicas apuntan a un encuentro sexual, pero los fluidos
corporales recuperados pertenecían sólo a las víctimas, por lo que no hay un
caso para la justicia ordinaria.
-Pudieron ser
relaciones consentidas y el atacante sólo quiere borrar las huellas de su
aventura -propuso Cameron Sanders, destacado ingeniero en sistemas autónomos, con
un doctorado en sicología cibernética. Conocido entre sus colegas por sus exabruptos
académicos, su extraordinario genio sólo rivalizaba con su excesivamente extrovertida
personalidad.
-La mayoría de ellos
ocurrieron tarde, en los lugares de trabajo o de camino a sus hogares, en
autos, estacionamientos, plazas e incluso ascensores.
-¿No hay filmaciones?
-preguntó Richard Svenson, experimentado ex-agente de la división de
cibercrímen del FBI y actual asesor de seguridad para empresas de soporte
informático.
-Sólo una toma
parcial hecha por una cámara de seguridad de un estacionamiento. ¿Beth?
Beatriz activó la
pantalla circular del escritorio y una imagen algo difusa comenzó a proyectarse
frente a ellos. En ella aparecía una pareja que abandonaba un vehículo e
ingresaba al edificio.
-¿A qué se debe la
mala calidad de la imagen? -inquirió Gwen Evans, la recién llegada del Grupo.
Genio de la informática cuántica y experta en sistemas predictivos, con 16
años, era por mucho, la más joven de la sala. Tecnoadicta a las redes sociales,
siempre cargaba varios gadgets de última generación.
-Probablemente
interferencia intencional, pero no está claro de qué origen.
-Parece provocada por
algún campo electromagnético -dijo Mira.
-No hay registro de
condensadores eléctricos en varias cuadras -dijo Beth.
-No creo que sea de una
red domiciliaria -opinó Peter-. La única fuente posible en un lugar como ese,
debió provenir de uno de los vehículos, uno grande.
-¿Qué hay de las
demás cámaras de seguridad del edificio?- preguntó Gwen.
-Sólo interferencia-
respondió John- pero los sensores de peso del ascensor, indicaron 180 kilo al
momento en que la víctima ingresaba con su compañera.
-Él no luce de más de
90 kilos y ella no puede pesar más de 60-observó Mira.
-No si es humana.
-¿Una ciber-zorr…? -Cameron
no acabó la frase- Perdón Beth- dijo algo preocupado, más por John que por su
compañera- No quise...
-No te preocupes
cariño. No estoy programada para ofenderme, y sí, definitivamente esa es una
zorra.
-Eso no explica la
interferencia -intervino Richard-¿John?
John guardó silencio
unos segundos. Sabía que sus conclusiones no tendrían buena acogida en el
Grupo.
-Creo que alguien está
fabricando sucubos de alta tecnología. –Las réplicas no se hicieron esperar,
explotando en una cacofonía ininteligible.
-¡¿Quéeee?!
-¿Podrían ser Cibernecros?
-Creí que habían
atrapado a todos esos dementes.
-Así es.-Dijo
Richard- todas las células fueron identificadas y la mayoría de sus miembros
están en prisiones de alta seguridad.
-¿Perdón pero...-Gwen
fue interrumpida.
-¿La mayoría?- inquirió
Cameron- ¿qué hay de los otros?- Richard miró a John como pidiendo permiso para
hablar, pero este negó levemente.
-Fueron retirados-
dijo finalmente.
-¿Los mataron? Pero
qué...
-No creo que hayan
sido los C-necros -interrumpió- creo que alguien con acceso a tecnología más
avanzada está haciéndolo.
-No -dijo Peter-. Los
privados son intervenidos desde entonces. No pueden hacer algo así sin ser
descubiertos.
-Y la prohibición Mayer proscribe la distribución de componentes
anamórficos- afirmó Mira.
-¿Disculpen...-insistió
Gwen, pero nuevamente fue interrumpida.
-A los tecnócratas
tal vez -respondió Cameron- pero, ¿quién
controla a las transnacionales?
-¿Con qué fin harían
algo así? -dijo Beth.
-¿Vulnerar a la
competencia?
-Los fabricantes locales
no son competencia para ellos -dijo John.
-¡¿ALGUIEN ME PODRÍA
DECIR QUÉ SON LOS C-NECROS?! –dijo Gwen molesta. Todos la miraron con extrañeza.
-Tiene razón. No
tiene porque saberlo –dijo John-. ¿Beth?
-Como no cariño -dijo
esta complacida por la oportunidad de intervenir. Se sentó junto a Gwen y le
tomó maternalmente las manos.
-Mira tesoro -dijo
mientras los otros se enfrascaban en una acalorada discusión en voz baja.- Hace
unos años, después del boom de los sexbot, algunos grupos que practicaban el
ocultismo, encargaron reproducciones cibernéticas de seres basados en mitos medievales a algunas
empresas privadas, para realizar sus ceremonias. Todos sabían que sus ritos de
iniciación eran de fuerte connotación sexual, pero por la libertad de culto,
las autoridades no pudieron intervenir hasta que se produjeron algunas muertes.
Fue cuando comenzó a salir a la luz la verdad tras estas sectas y sobre las
aberraciones que habían sido fabricadas para estos adoradores de criaturas
místicas. Fueron llamados C-Necros, y se les proscribió luego que estos seres
se salieran de control.
Gwen impactada por la
naturaleza de lo escuchado, inquirió.
-Pero, ¿Cómo?,
¿Cuándo ocurrió todo esto y cómo es que no había escuchado nada al respecto?
-Oh sí cariño, lo has
hecho, muchas veces. ¿Has oído de desapariciones misteriosas de personas o de organizaciones
que trafican con órganos o de mafias de tratantes de blancas?, ¿te has dado
cuenta que siempre salen en las noticias pero nunca hablan sobre bandas desbaratadas
o si han terminado con algunas organizaciones ilegales? Eso es porque si
llegaran a limpiar la sociedad de ellos, no podrían explicar los cientos de
casos que han sido relacionados con los c-necros.
-¿Te refieres a las
leyendas urbanas?
-Justamente. Fue así
como las autoridades lograron controlar la difusión de los hechos en los
medios. Todo ocurrió cuando tú aún no habías nacido, Cielo. Las grandes
corporaciones de tecnología biodroids, para evitar verse involucradas en estos
hechos, exigieron que las autoridades intervinieran sigilosamente. El que sus
productos fueran relacionados con prácticas fuera de la ley era muy mala
publicidad para ellos. Fue cuando los Paragentes entraron en el juego.
-¿Paragentes?
-Agentes
especialmente entrenados para detectar y neutralizar a los “ciber-esbirros” y a
sus seguidores.
-¿De qué criaturas
hablas?
-De todas clases
cariño. Vampiros, hombres lobos, sucubos, incubos y todo tipo de seres
fantásticos. El problema es que en su programación, fueron incluidos rasgos
sicológicos y conductuales relacionados con sus roles.
Gwen puso cara de
pregunta. Beth hizo una pausa y miró a su alrededor para cerciorarse de que no
las escuchaban.
-Ellos creen que son
reales.
Gwen la miró sorprendida.
-¿Me quieres decir
que allá afuera hay cyborgs que creen que son vampiros y hombres lobos, y que
asesinan gente de verdad?
-Me temo que sí
cariño. Pero no te preocupes, casi todos fueron “retirados” por los paragentes,
pero algunos permanecen libres, ayudados por grupos de humanos que los veneran
y consideran reales y los protegen con verdaderas redes clandestinas de tráfico
de partes cibernéticas. Es así cómo, después de años de haberse vencido la
garantía de algunos de sus componentes, aún permanecen activos.
-¿Son difíciles de
detectar?- Se veía preocupada.
-Terriblemente
cariño, terriblemente. De hecho, pueden ocultar su condición bajo cualquier
apariencia. Sólo pueden ser descubiertos cuando están cometiendo un asesinato o
cuando son delatados por algún miembro de su red de ocultamiento. Algunos
paragentes lograron infiltrarse exitosamente, desbaratando gran parte de las
organizaciones remanentes, pero estos también han mejorado sus sistemas de
detección y algunos agentes murieron de formas misteriosas. Nadie sabe hasta
qué niveles se han infiltrado en la sociedad. Por eso es que contratan a John.
-¿Tan bueno es?
-Cariño, ni te
imaginas - dijo picaronamente. Gwen la miró con complicidad.
-Entonces, ¿es cierto
que ustedes...?
-Mira, cuando lo
conocí...
-Beth –dijo
John- ¿puedes mostrarles las características
de los últimos sucubos descubiertos?
-Si cariño -dijo Beth
algo decepcionada- Después te cuento querida- le susurro.
-¿Cuántas víctimas
van hasta ahora?- preguntó Mira.
-108 -se apresuró a
responder Beatriz.
-Demasiadas para
ocultar un patrón.
-¿Y si eso es lo que
buscan? -dijo Gwen de pronto.
-No entiendo- dijo Cameron.
-Ni yo- dijo Beth
-Me refiero a, ¿no
sería descabellado que todas esas víctimas no fueran más que un distractor para
ocultar un solo y verdadero crimen?
-Ja, ¿la nueva apenas
se viene enterando y ya opina?
-¡Cameron! -dijo Mira
lanzándole una mirada severa.
-¿Por qué tomarse
tantas molestias en fabricar un androide ultra sofisticado –dijo Richard- si
podían deshacerse de ellos cualquiera de formas menos engorrosas?
-¿Para evitar que la
policía o los federales investigaran, quizás? -dijo Gewn.
-Buen punto -dijo
John. Gwen le dio una mirada de satisfacción a Cameron, que se apresuró a
responder.
-Eso es meramente
especulativo. ¿Qué pruebas tenemos?
-29 de las víctimas
son empleados de compañías robóticas y 13 son ex-empleados -informó Beth.
-Eso no significa
nada -insistió Cameron- Actualmente 3 de cada 5 personas trabajan directa o
indirectamente para una de esas compañías.
-Odio los casos de
adoradores tecnológicos -dijo Mira.
-Sí, están en todas
partes- dijo Cameron señalando a Gwen con una mueca.
-No me refería a eso.
-Tranquila cariño -le
dijo Beth-. Cameron suele molestar a los nuevos como bienvenida, especialmente
si son más inteligentes que él-. Gwen sonrió.
-Eres un idiota Cameron
-dijo Mira.
-Y, ¿cómo piensas
descubrirlo John? -pregunto Richard.
-Ese, señores, es su
trabajo.
-Gracias. Muy considerado
de tu parte -dijo Cameron.
-Comiencen por
averiguar qué hacía cada uno de ellos en las compañías. En qué proyectos trabajaban,
todo.
-Estás hablando de
información clasificada, John.
-Probablemente nivel
6 -dijo Peter.
-¿Por qué creen que
los reuní?
-Maldición -dijo Cameron-
será uno de esos casos.
-Así es cariñito -le dijo
Beth tomándolo por la cabeza y apoyándola contra su prominente busto.
-¡Beth! -Dijo Cameron
imposibilitado de escabullirse- ¡Suéltame! Me ahogas.
-Sólo si prometes que
no molestarás más a Gwen. Es una chiquilla encantadora y no merece tus acosos-
dijo calmadamente.
-¡Lo prometo, lo
prometo! John, ayúdame -Dijo al borde de la asfixia.
-Deja que el bocón se
asfixie -dijo Mira.
-¡No! No dejen que el
bocón se asfixie -dijo Cameron, visiblemente afligido.
De inmediato el Grupo
se puso en movimiento. Peter comenzó a trazar un elaborado plan para
infiltrarse en las instalaciones de la WRC, una de las compañías
desarrolladoras de tecnología biodroids más grande del país y una de las más
poderosas e influyentes del mercado. Tenía presencia en casi todos los
continentes excepto África.
Continuará...
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